Estás haciendo todo mal.
Vas al pedo a Salta, solo por irte.
Y hablás de más, y hacés planes de más y hacés lo que no tenés que hacer cuando podés evitarlo todo, el viaje, por empezar, y después todo todo lo demás: desde el teleférico hasta el daikiri hasta el sms.
Y lo sabés todo todo el tiempo.
Ni siquiera lo disfrutás lo suficiente.
Pero no sólo lo harías otra vez, hubieras querido que durara, al menos otra noche.
Aunque más no sea por aquello de que ojos que no ven, corazón que no siente.
Y tenés que estar muy ocupada, como solo se puede estar ocupada en hacerlo todo mal, para olvidarte un rato, mínimo, de lo que sí te importa.