Siempre recuerdo lo revelador de esa clase en la maestría y eso que no me interesaba nada aquello que el ejemplo ilustraba (que de hecho ya no recuerdo). La cosa era: un vaso está hasta el tope de agua, ¿cuántos alfileres hacen falta para que el vaso desborde? El sentido común de nosotros los legos diría uno, o dos, o cinco alfileres. Pero el punto es que son miles de alfileres los que hacen falta para derramar el agua del vaso.
Es un poco así: yo siento la permanente sensación de que el desborde está a un paso. Los demás parecen saber perfectamente que hacen falta miles de alfileres.
26 marzo 2007
22 marzo 2007
Coaching
Encontrarme con él siempre es una bocanada de aire fresco. No sé muy bien cómo funciona, si tiene que ver con que es realmente más joven, si tiene que ver con el grado profundo de intimidad que se construyó en esos viajes temáticos de ida y vuelta -casi viajes de egresados- y en ese año de laburo después. Y esa mezcla de pares/ impares que parece flotar en el aire.
La cosa es que después de cada encuentro siempre parece que hubiera un mundo por delante, que todo estuviera en realidad a punto de comenzar y que el eterno brindis "por las decisiones" y "por el amor"dijera mucho más de lo puramente nominativo.
Supongo que la cotidianidad con él haría la vida necesariamente mejor. Y entre los "extrañares" de mi vida, creo que ese es el más puro y transparente de todos.
La cosa es que después de cada encuentro siempre parece que hubiera un mundo por delante, que todo estuviera en realidad a punto de comenzar y que el eterno brindis "por las decisiones" y "por el amor"dijera mucho más de lo puramente nominativo.
Supongo que la cotidianidad con él haría la vida necesariamente mejor. Y entre los "extrañares" de mi vida, creo que ese es el más puro y transparente de todos.
13 marzo 2007
Ana regresa
Él dijo "Bárbaro, ¿algo más Anita". Yo me reí y dije "envolvelo para regalo" pero pensé "qué manera antológica de desbarrancarte, muchacho".
09 marzo 2007
Fuera de juego
Él dijo: yo dije que había que quedarse siempre a corregir. Yo dije: la discusión esa vez no fue esa, fue si las personas que estaban ad honorem tenían o no que venir a tomar examen. Él dijo: Yo gané. Yo no le dije nada, pero lo miré y le dije todo.
Pero lo peor es que sé que no ganó en ese nivel microscópico donde la jerarquía -real o construida- sigue importando. Pero que a gran escala me sigue dejando fuera de juego.
Pero lo peor es que sé que no ganó en ese nivel microscópico donde la jerarquía -real o construida- sigue importando. Pero que a gran escala me sigue dejando fuera de juego.
01 marzo 2007
Iguales y diferentes
La primera conversación fue a eso de las cinco de la tarde, en un día en que esa hora para mí se parecía más bien a las once de la noche. Ya ni me acuerdo cómo llegamos a eso, pero yo dije algo así como que hace diez años yo era muy -dije "muuuuuuuuuuuy"- otra y que la que soy ahora "es" desde hace unos cinco.
Fue raro, porque de repente poner en palabras algo que yo necesariamente sabía más que bien se transformó en una suerte de revelación que no me pude sacar de la cabeza ni en el eterno viaje de 15 cuadras en el 118 ni en las quincemil estaciones de subte hasta mi casa, ni en el viaje en auto con Manuel y Vera.
Y por supuesto que la causalidad es construida, pero cuando salí de la librería con el cochecito y Manu bastante por delante y literalmente me topé con él, eso mismo que tenía en la cabeza de golpe se cristalizó con una nitidez tal que no me repongo de lo violento que lo sentí. No porque el encuentro haya sido violento, que él no sería capaz de tal cosa (y menos que menos enfrente de todos en pleno "corazón" de Belgrano R). Intercambiamos los lugares comunes del caso... y yo lo vi tan viejo -con sólo siete años más que yo- como hace cinco años atrás. Exactamente igual a sí mismo. No porque el tiempo no hubiera "pasado" para él, sino porque él mismo parecía irremediablemente en el mismo sitio. Me imaginé ese almuerzo de hace seis años y estuve totalmente segura de que él repetiría la escena. Pero yo no. Y no porque hayan pasado seis años y esté "más madura" sino porque no soy más esa mina. Así de simple, así de complicado.
Ojalá supiera qué fue lo que (me) pasó hace cinco que cambió tanto las cosas.
Fue raro, porque de repente poner en palabras algo que yo necesariamente sabía más que bien se transformó en una suerte de revelación que no me pude sacar de la cabeza ni en el eterno viaje de 15 cuadras en el 118 ni en las quincemil estaciones de subte hasta mi casa, ni en el viaje en auto con Manuel y Vera.
Y por supuesto que la causalidad es construida, pero cuando salí de la librería con el cochecito y Manu bastante por delante y literalmente me topé con él, eso mismo que tenía en la cabeza de golpe se cristalizó con una nitidez tal que no me repongo de lo violento que lo sentí. No porque el encuentro haya sido violento, que él no sería capaz de tal cosa (y menos que menos enfrente de todos en pleno "corazón" de Belgrano R). Intercambiamos los lugares comunes del caso... y yo lo vi tan viejo -con sólo siete años más que yo- como hace cinco años atrás. Exactamente igual a sí mismo. No porque el tiempo no hubiera "pasado" para él, sino porque él mismo parecía irremediablemente en el mismo sitio. Me imaginé ese almuerzo de hace seis años y estuve totalmente segura de que él repetiría la escena. Pero yo no. Y no porque hayan pasado seis años y esté "más madura" sino porque no soy más esa mina. Así de simple, así de complicado.
Ojalá supiera qué fue lo que (me) pasó hace cinco que cambió tanto las cosas.
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