Tenía mucho de resto diurno: departamentos nuevos y nuevas relaciones viejas. Pero igual me impactó soñar con él –tan vívidamente, además- quince años más tarde. Ya sé que a esto se suma el encuentro de La Cumbre, que destacaba también exactamente por las mismas cosas. Pero de golpe me asaltó –me asalta- la certeza de que estoy demasiado vieja para ser incluso la que hubiera sido quince años después. Y en eso ya no sé quién gana y quién pierde, tan segura como estaba antes en que yo llevaba todas las de ganar y él todas las de perder (en ese limitado mundo, se entiende).
O tal vez es simplemente que quince años después sigo “soñando” en lo que no hizo –o no se animó a hacer- quince años antes. Complicado como soy yo de complicada, y tan presente que por momentos da miedo.
2 comentarios:
mmmmmmmm... no parece tan complicado... se llama rencor
bueno, sí... también se llama culpa. Por eso, es un poco más complicado.
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